Editorial 23 de octubre de 2013

23 de octubre de 2013

Desde nuestra última publicación, ha tenido lugar en nuestra sede corporativa de Madrid, un encuentro con los equipos de gestión de cada país, con el claro objetivo de estudiar tanto las propuestas de mejora de eficiencias como de aumento de ingresos. Tenemos que reconocer y agradecer el enorme esfuerzo que todos los países han demostrado en estas jornadas.

Este hito marca el principio de lo que anunciaba Olga Rodrigo en su entrevista publicada en nuestra primera edición, un continuo proceso de análisis cuya ejecución es capital para permitir a nuestra organización traducir sus aspiraciones, en realidades.

En este análisis, será clave que aumentemos nuestra eficiencia en la operación, sin excluir las cabeceras que prestan los servicios al negocio que tendrán que simplificar procesos y ser más ágiles para contribuir a nuestros objetivos.

La panorámica de los temas abordados en estos días ha sido muy amplia; se han debatido toda clase de asuntos: los problemas externos -como la inflación de Argentina, la nueva ley contra el blanqueo mexicana o la crisis de consumo europea-, frente a los que tendremos que ser reactivos; y más importante aún, hemos identificado problemas endógenos de gestión ante los que tendremos que ser proactivos y cambiar nuestras conductas para llegar al éxito.

Asimismo, se ha puesto de manifiesto el inicio de una revolución en la gestión del cliente, posible gracias a la tecnología, y cuyos potenciales efectos son muy alentadores. Estos efectos implicarán el desarrollo de nuestras capacidades de acción en la gestión del cliente y permitirán la optimización de nuestra gestión del negocio.

En todo caso, se ha percibido en la totalidad de los participantes, un inexorable desplazamiento hacia los modelos “low cost”, para adaptarnos a las nuevas circunstancias y continuar nuestro crecimiento como compañía, garantizando una significativa mejora de rentabilidad para las inversiones futuras.