Una vida dedicada a los caballos

Repasamos con Francisco Gutiérrez sus más de 35 años de trabajo en el sector hípico mexicano

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Francisco Gutiérrez, juez de Arrancadero del Hipódromo Las Américas.

MÉXICO DF, 6 febrero 2015.- Su vida y la de su extensa familia están relacionadas de uno u otro modo con los caballos. Hijo menor de una prole de 16 hermanos, Francisco Gutiérrez comparte con nosotros su pasión por el mundo equino y por la hípica. Un interés que ha transformado en su modo de vida hasta llegar a ser juez de Arrancadero (salida) en el Hipódromo mexicano Las Américas.

¿Cómo comenzó tu historia en el Hipódromo?

Oficialmente comencé en el ’78. Soy el menor de 16 hermanos, y llegué al Hipódromo cuando tenía 9. Venía a ver los entrenamientos a escondidas hasta que mi papá, que trabajaba aquí, me atrapó. Cuando terminé la escuela por fin pude venir a trabajar.

Desde entonces, ¿cuál ha sido tu trayectoria laboral?

Empecé como paseador de caballos. Subes a «caballerango» (mozo de espuela) cuando te asignan 3 caballos (ahora te asignan 5). Después mi papá me hizo encargado de la cuadra. Muchas veces debes ayudarles a todos, como comodín. Recuerdo que le decía a mi papá: «¡Yo quiero montar!».  Tenía el peso y todo el conocimiento necesario, pero por fracturas que habían sufrido mis hermanos como jockey no me dejó.

Sin embargo, en Operación Hípica necesitaban a alguien para la zona de salida y me dieron la oportunidad de entrar. El 4 de octubre del ‘80, justo el día de mi cumpleaños, me dieron mi plaza; empecé a trabajar duro con los caballos en el arrancadero, ¡y me encantó! Miguel Coronado, quien era el juez en ese entonces,  me decía  lo que tenía que hacer. Yo seguía sus instrucciones al pie de la letra y empecé a sobresalir del grupo porque me gustaba mi trabajo.

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Francisco junto a sus colaboradores del Hipódromo Las Américas.

¿Cuál es la fórmula para trabajar con tanto esmero en el Hipódromo Las Américas?

Aquí, para poder trabajar con caballos, necesitas quererlos. Ésa es la base de todo. Si no conoces al caballo, en la primera te pisa, se te va encima. Pero si lo ves de frente y lo acaricias, le das confianza y te sigue. Me han revolcado muchísimos animales, me he quedado dentro del cajón con caballos que se han volteado. He tenido muchas fracturas pero afortunadamente sigo aquí.

Ahora, como juez de Arrancadero, ¿cuáles son tus labores?

Por las mañanas ponemos el arrancadero para dar “escuela”. En un lapso de 2 horas, llegan los caballos que tienen problemas o los que yo pido. Tengo que darles visto bueno para correr. Si un caballo es difícil o no lo llevas a entrenar no puede correr, aunque parezca estricto. En caso de que no pueda correr doy aviso a los árbitros en las carreras y prácticamente se retira.

Lo más importante, tengo que ver a mi gente que esté “al 100%” para cuando agarren un caballo. A un caballo enojado lo identificas viendo su cara, se ve diferente. También el caballo gesticula. Eso es  lo que le digo a mi gente, tienes que tener cuidado cuando los guíes o cabalgues. También con el puro nombre te puedes dar cuenta de cómo es. Todos los caballos que van a correr están a mi cargo y todos tienen que pasar por visto bueno.

¿Llegas a reconocer a todos los caballos que están en el Hipódromo?

Los conoces primero por el nombre; cuando te dicen quién es, sabes que ese caballo ha hecho bien algo o no. Tratamos de conocer a todos los caballos y a los jinetes como si fueran nuestros de nuestra familia.

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Francisco, al fondo, observa la salida de los caballos durante una carrera.

¿Hay algún momento en el arrancadero que te guste recordar?

Hay muchas anécdotas muy emocionantes. Recuerdo que para una carrera vino un jinete de nombre Jeremy a montar un caballo que se llamaba Bonanza. Era un caballo muy duro y bravo en las puertas. En ese entonces era aguantador y ya me daban los caballos más difíciles. El caballo era muy noble pero, entrando a las puertas (del arrancadero), se transformaba completamente. Ese día debía correr contra Columbia, uno de los mejores caballos. La tensión era mucha, pero la confianza que me dieron para tomar al caballo hizo que realizara un excelente trabajo, permitiendo que Bonanza ganara esa tarde.

¿Qué necesitas para realizar bien tu trabajo en arrancadero?

Es esencial darle a tu equipo toda la confianza del mundo, porque es muy fácil que a tu personal le den nervios y se distraigan.  Si estás nervioso o presionado ante ti mismo, ante el caballo y ante tu jefe, es muy difícil que hagas bien tu trabajo. Debes tenerte confianza, porque si no crees en ti, entonces ¿en quién vas a creer? Tienes que creer primero en ti, para poder ayudarle al caballo y que la gente vea que estás haciendo bien las cosas y que lo que haces te gusta. Con confianza, tienes buenos resultados.

La experiencia también va cambiando tu visión. Debes fijar tu meta, aunque te caigas o llegues al último debes llegar a la meta, y durante este camino debes compartir todo lo que has aprendido.

¿Cómo logras que tu equipo se mantenga unido?

Cuando me dirijo a ellos les hablo como la “familia hípica” que somos. Siempre les inyecto “energía” y si hay algo que corregir, lo hacemos en conjunto. Saben que tienen la oficina abierta y si hay algún problema grave, realizamos una junta con todos. Muchas veces entre quince encontramos más fácil una solución y para esto hay que saber escuchar a la gente.

¿Qué dicen los compañeros de Francisco?

mexico5«Francisco es una persona con mucho interés y responsabilidad en su trabajo. La experiencia que le aporta al equipo les da mucha confianza y sobre todo, amor al trabajo. Da mucha armonía buscando que su equipo dé siempre lo mejor de sí».

Mauricio Dorantes – gerente de Operaciones de Hipódromo

«Trabajar a su lado es muy agradable. Es muy capaz y tiene mucho conocimiento. Nos enseña a fijarnos en los detalles. Conoce a cada uno del equipo lo que ayuda a mantenernos unidos».

Oswaldo Mendoza – juez sustituto de Arrancadero

 (6 febrero 2015)