Madrid, 11 de julio de 2023. En Codere, somos una gran familia. Nacida en Madrid en 1980, hoy la componemos más de 11.000 personas con un propósito común: brindar emoción, diversión y confianza a quienes deciden apostar en un entorno seguro.
Cada uno de nosotros alberga su propia historia, y juntos hemos creado una común. Una historia de crecimiento, superación, aprendizaje y adaptación a un entorno que no cesa en ofrecernos nuevos retos y en el que siempre aceptamos los desafíos.
Nuestra compañía empezó siendo muy pequeña, con apenas algunas máquinas de juego. Gracias al esfuerzo de todos los que formamos parte, pero muy especialmente de quienes estuvieron en sus orígenes, hoy somos una multinacional líder, con presencia en siete países y la ambición de seguir creciendo.
Cuarenta años dan para mucho. El mundo ha cambiado y nosotros con él. Pero lo que permanece invariable es nuestra esencia, y nuestro deseo de alcanzar nuestras metas, mirar hacia el futuro y sentir el orgullo de la historia de éxito que nos avala, forjada con experiencias individuales unidas por un objetivo común.
Algunos se incorporaron hace ya cuarenta años, entre 1980 y 1983. Han vivido Codere desde el origen y forman parte de los propios los cimientos de nuestra compañía. María Ángeles Cañete, Pedro Juan Gómez Santiago, Juan Antonio Plaza, Julio Sáez Puerta, José Luis Sarabia y Tomás Sebastiá Albiol son testigos, pero también protagonistas, de nuestra evolución, y les queremos agradecer que hayan querido narrarnos, desde su experiencia, los pasos que se han dado en estos años.
Los orígenes de una pequeña gran familia
Codere no siempre fue una gran multinacional, pero sí una gran empresa formada por personas repletas de voluntad y confianza en un proyecto ambicioso. Prueba de ello, nuestros orígenes, que debemos situarlos en Madrid, sin una oficina definida, con las máquinas almacenadas en los domicilios de los propios empleados.
“Antes de formar parte de Codere, colaboré con la compañía y tenía el centro de operaciones en la casa de un familiar, con las máquinas en el patio, tapadas para protegerlas de las condiciones climatológicas. De ahí, nos trasladamos a la calle Dulcinea y pasamos a formar parte de la ’Filial IV’, en la que ya disponíamos de una caja fuerte, garaje para los primeros coches de flota, y donde empezamos a percibir las primeras nóminas. Fuimos testigos de cómo el esfuerzo que habíamos realizado, trabajando en un sector absolutamente novedoso, daba frutos. Y los pequeños logros que alcanzábamos, nos daban alas para continuar superándonos sin marcarnos un techo. Todos compartíamos la ilusión por este proyecto, y muchos dejaron sus trabajos para embarcarse en esta aventura que, sabíamos, llegaría a buen puerto”, recuerda José Luis Sarabia.
“Al inicio, en la empresa solo trabajaban familiares o personas de máxima confianza y, en algunas ocasiones, no se trabajaba con absoluta disponibilidad. El motivo era porque se estaban dando los primeros pasos en un sector que aún no se conocía, pero existía un volumen de movimiento de dinero relevante. De ese modo, contábamos con amigos o familiares que nos echaban un cable como, por ejemplo, carteros que desempeñaban su actividad y ya de paso hacían tareas de prospección para las máquinas; o personal de bancos, que por las tardes colaboraba con la labor de realizar el conteo de la recaudación y de domiciliarlo al día siguiente en el banco”, nos recuerda Juan Antonio Plaza, None.
“En mi caso, empecé a trabajar casi por casualidad, siendo muy joven. Era dependiente en El Corte Inglés y mi padre me propuso ganar un dinero extra aprovechando unas vacaciones. De esto hace ya más de 40 años, en los que he disfrutado muchísimo y tenido la oportunidad de ver el crecimiento de una pequeñísima empresa, a la gran multinacional que es hoy en día”, comparte Julio Sáez Puerta.
Y es que 40 años dan para mucho, en particular en un sector como el nuestro, que no existía; en el que las oportunidades de crecimiento a nivel de negocio, pero también personal, han sido tónica habitual. Como nos recuerda Julio, “cuesta creer que al principio todo lo hacíamos a mano y el único soporte que utilizábamos era el papel. Esto provocaba que muchas tareas que hoy son sencillas, se eternizaran. La incorporación de la tecnología a nuestro día a día, en cualquiera de las posiciones o responsabilidades que cada uno tenemos, nos permite concentrar nuestros esfuerzos y capacidades en tareas que aporten valor y nos posibilita seguir creciendo”.
“Hemos vivido una revolución tecnológica enorme, parecida a una película de ciencia ficción, y con impacto en el comportamiento humano, la competencia entre empresas, pero también en las exigencias cada vez mayores de nuestros clientes y la necesidad de formarse de forma continuada para atender a los cambios”, afirma José Luis.
Unos cambios que, en palabras de Pedro Juan Gómez, acompañan momentos de especial emotividad para él, como el proyecto de servicio integral para hostelería, que iba mucho más allá de servicios de juego y se ocupaba del mantenimiento del equipamiento de frío industrial y de las máquinas de café. O la transformación de 15.000 máquinas de hostelería de peseta a euro, y todo el trabajo que se acometió para hacer frente a este cambio que se precipitó y acortó en el tiempo, y exigió que todos los equipos se volcaran para estar preparados llegado el momento. Las personas se unieron, nos cuenta, con jornadas de trabajo maratonianas que comenzaban a las 6 de la mañana y finalizaban a las 11 de la noche, durante cuatro semanas, para lograr algo que parecía inalcanzable, pero que demostró que los colaboradores aceptan los retos, y los superan.
Presentación de las “Leyendas Codere” a la cantera
Haciendo un símil deportivo, hemos querido conocer qué le diría un profesional con 40 años de experiencia en la casa a una persona que se incorpore ahora a la compañía, que nos desvele la esencia que impregna nuestras raíces.
Honestidad, pasión, trabajo en equipo, oportunidades, optimización de tecnologías y conocimientos, proyección de futuro, liderazgo, positividad, perseverancia o esfuerzo, son algunos de los rasgos en los que María Ángeles Cañete, Pedro Juan Gómez Santiago, Juan Antonio Plaza, Julio Sáez Puerta, José Luis Sarabia y Tomás Sebastiá Albiol, coinciden a la hora de identificar a nuestra compañía.
Historias de 40 años que discurren de forma paralela, con una infancia y adolescencia colmada de retos, con todo por hacer. Una etapa de madurez marcada por la expansión internacional, nuevas líneas de negocio, la incorporación de la tecnología, o la salida a Bolsa en 2007. Además, superar momentos de especial complejidad, como la refinanciación de la compañía, las limitaciones impuestas por los gobiernos en los diferentes países al sector del juego privado, o una pandemia que vivimos con especial dureza, al ser uno de los últimos ámbitos de negocio a los que se nos permitió retomar nuestra actividad.
Hoy por hoy, somos el resultado de aquella pasión, capacidad de trabajo, crecimiento ante la adversidad y honestidad. De nuestro foco puesto siempre sobre el cliente, con personas que saben aprovechar las oportunidades que nos ofrece el mercado, incluso de crearlas, para seguir creciendo.
Gracias a None, Angelines, Pedro, Julio, Tomás y José Luis, por compartir vuestras vidas y testimonios con nosotros, y a todos los que forman parte de los orígenes de nuestra compañía y nos recuerdan quiénes somos y de lo que somos capaces.