Directora del Instituto de Bienestar y Resiliencia de Nueva Zelanda, Lucy sufrió la muerte de su hija de tan solo 12 años. Este drama le permitió ver la vida desde una nueva perspectiva y buscar la mejor manera de levantarse ante la adversidad, y así fue como formuló sus tres estrategias para potenciar la resiliencia: entender que el dolor sucede, saber elegir dónde poner la atención y preguntarse si lo que se está haciendo beneficia o perjudica.