Las dos voces que conectan Codere

Conocemos a las operadoras de la centralita de la sede corporativa del Grupo en Madrid

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Paqui Salmerón (izquierda) y Pilar de Larriva (derecha)

MADRID, 5 septiembre 2014.- Sus voces son lo primero que escuchan todos aquellos que intentan contactar con la sede corporativa de Codere en Madrid sin tener un número de teléfono directo. Satisfechas con la labor que desempeñan en la compañía, Pilar de Larriva y Paqui Salmerón conectan desde hace años el mundo exterior con las oficinas de Codere, llevando a cabo un riguroso filtro de llamadas para el que hace falta mucho más que los cinco sentidos, en ocasiones un sexto que solo da la experiencia. Ahora, por primera vez en Codere Actualidad, ponemos cara a “las chicas de la centralita” de la sede central y vemos qué historias se encierran detrás de sus dos voces.

La historia de Paqui y Pilar en Codere es una historia de largo recorrido, de más de dos décadas de dedicación a una empresa en la que se encuentran muy a gusto y sobre cuyo futuro se muestran optimistas. Paqui comenzó en Codere trabajando en la limpieza hace 23 años, hasta terminar en su actual puesto, en la centralita de manera continuada, desde el cambio de la sede corporativa al edificio de Alcobendas, en la periferia norte de Madrid. Pilar lleva más años encargándose de las llamadas que entran y salen de Codere, casi 30 en el mismo trabajo de teleoperadora que no cambiaría por ningún otro.

“Yo soy buena fisonomista. Por la voz más o menos me hago a la idea de la cara”. Paqui

“Entré cuando me acababa de separar de mi entonces marido. Tenía que ponerme a trabajar por necesidad. Yo había hecho Bachillerato y para mí era un reto, independientemente de que económicamente me hacía falta”, comenta Pilar. “He estado contentísima de siempre con este trabajo –añade-. Me ha encantado y no he intentado tener otro puesto. Es que vengo a trabajar y se me pasa el tiempo volando. Me divierte muchísimo. Debo llevar 27 o 28 años adorando esta empresa”.

Testigos de la expansión de Codere y el cambio tecnológico

Las dos han sido testigos de la expansión de Codere en estas décadas, y también del cambio tecnológico que las ha llevado a gestionar ahora las llamadas a través de un ordenador y con cascos y micrófono inalámbricos en el caso de Paqui. Toda una revolución que ven con buenos ojos y a la que han sabido adaptarse sin problema.

“A mí me han cambiado de aparatos unas 3 o 4 veces. Yo misma antes cambiaba, incluso, las extensiones, las programaba. A veces he trabajado hasta muy tarde por ello, pero nada complicado”, afirma Pilar.

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Pilar de Larriva

“Ha sido muy bueno el cambio que ha pegado la empresa en todos estos años. A todos nos ha venido fenomenal. Ha sido un crecimiento para bien. Recuerdo cómo vivimos la salida a Bolsa (en 2007), que nos pareció estupendo. Haber venido aquí (a esta sede en una zona de alto poder adquisitivo de Madrid), la entrada en Bolsa era como si nos hubiéramos superado. Nuestra vida es Codere”, apunta, por su parte, su compañera.

«Vengo feliz porque me encanta lo que hago. Me llena totalmente. No he intentado hacer otra cosa». Pilar

Y es que la relación de Paqui con Codere es, incluso, un poco más intensa, pues su marido trabaja también en la compañía. Con Ángel Luis Alonso, jefe de Explotación de la delegación de Madrid, ella comparte también el interés por la buena marcha del grupo. Y no solo: el hecho de conocer de primera mano la dureza del trabajo de calle de los comerciales hace que afronte con mayor filosofía las llamadas de descontento por parte de algunos clientes.

“Sé cuál es su lucha. Mi marido era comercial, ahora es jefe de Explotación. Por eso sé cómo hay que afrontar según qué llamadas. Ahora llaman mucho por apuestas deportivas. Se quejan de que igual no les cargan el dinero de los premios en sus tarjetas”, explica Paqui. En este sentido, su compañera Pilar lo tiene claro: “cuando entra una llamada de un cliente soltando palabras feas o gritando, lo que hay que hacer siempre es bajar el tono. Es pura psicología”.

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Paqui Salmerón

Pilar y Paqui deben coordinarse a la perfección para mantener activo un servicio de centralita de solo dos personas, en el que una debe cubrir las ausencias de la otra, alargando las jornadas laborales. “Pero yo vengo contentísima. Me levanto a las 5.30 de la mañana y me subo a tres autobuses. Vengo feliz porque me encanta lo que hago. Me llena totalmente. No he intentado hacer otra cosa”, apunta Pilar. “El tipo de llamada de por la mañana es distinto al de la tarde. La mañana a primera hora es más tranquila y por la tarde hay igual más teleconferencias”, incide Paqui.

Ponerles cara a muchas voces

Las dos “chicas de la centralita” de Codere viven con normalidad el hecho de, en algunas ocasiones, como ocurre con ellas mismas, no ponen cara a las voces que escuchan “al otro lado del aparato”. “Yo soy buena fisonomista. Por la voz más o menos me hago a la idea de la cara”, comenta Paqui. Su compañera Pilar identifica ya a la mayoría del personal de la sede central de Codere con el número de extensión de su teléfono.

Las dos teleoperadoras, cuyo trabajo cuenta con la “discreción” como uno de sus principales valores, confían en el futuro de Codere: “Creo que esto tiene que salir adelante. Creo que se lucha por ello. Aquí están luchando todos”, dice Paqui. “Yo también soy positiva –apunta Pilar-. Creo que vamos a salir adelante. Se lo merece la gente que dirige la empresa. Aprecio muchísimo a los dueños. Me sentaría fatal que pasara algo malo”.

(5 septiembre 2014)