Solidaridad en México tras el terremoto


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Centro de acopio en el Hipódromo de las Américas.

México/Madrid, 11 de octubre de 2017-  El pasado martes 19 de septiembre, un terremoto de 7,1 grados de magnitud, según la escala de Ritcher, azotaba México, dejando a su paso al menos 331 muertos, más de 700 heridos y unos 44 edificios derrumbados.

Eran las 13.14 (hora local) cuando el suelo comenzó a temblar, por segunda vez en tan solo dos semanas, pues el 7 de septiembre un gran sismo de 8,2 grados –el mayor registrado en el Golfo en 100 años- sacudía el sur del país, provocando casi un centenar de víctimas mortales.

Paradójicamente, ese mismo día se cumplían 32 años del seísmo más dramático ocurrido en el país. El que en 1985, también un 19 de septiembre, derrumbó la Ciudad de  México y causó la muerte de unas 10.000 personas.

Y es que Ciudad de México -que con unos 22 millones de habitantes es una de las urbes más pobladas del mundo y la mayor del continente americano-, está emplazada en el llamado Cinturón de Fuego, una zona particularmente proclive a los movimientos sísmicos.

La solidaridad de sus ciudadanos, que se vuelcan en la ayuda a los damnificados, queda patente con cada una de estas tragedias. También la de nuestros colaboradores de Codere México, que se organizaron para recabar ayuda poniendo en funcionamiento un centro de acopio en las instalaciones del Hipódromo de las Américas, donde recibieron los donativos para la comunidad afectada.

“Es un suceso lamentable pero que testea el ADN del país. Y México es compromiso, solidaridad y empatía. Cuando pasan este tipo de desgracias, las personas se movilizan en ayuda del prójimo”, explica Carlos Villaseca, director de Operaciones de México y responsable de las Operaciones de Panamá y Colombia.

Un centro de acopio en el Hipódromo las Américas

El terremoto sorprendió a los colaboradores del Hipódromo las Américas apenas un par de horas después de haber participado en un simulacro de evacuación en caso de temblor.

Es una práctica de prevención que cada 19 de septiembre, para conmemorar la sacudida del 85  y mentalizar sobre este tipo de alertas, impulsa el gobierno de la Ciudad de México. En esta ocasión, más de 7 millones de personas atendieron a las indicaciones de los brigadistas y unos 17.000 edificios fueron evacuados según protocolo.

“Ese mismo día, a las 11:30, sonó la alarma como si realmente estuviera temblando. Ordenados, todos salimos a la zona de resguardo. Cuando sucedió el terremoto real, afortunadamente acabábamos de tener este simulacro, y con mucho orden evacuamos las instalaciones en poco más de dos minutos. Hubo una fuga de gas y eso nos mantuvo más tiempo fuera. Entraron responsables de protección civil e ingenieros para ver si había habido algún daño estructural de consideración o podíamos volver a ingresar, y al cabo de 40 minutos regresamos todos. Somos alrededor de 800 trabajadores en el hipódromo, yo creo que estábamos alrededor de 600 en ese momento. La verdad es que se sintió de una manera muy intensa, pero las gradas –dos de ellas de 1943 y la otra de 1970- aguantaron muy bien, porque cuando se remodeló el hipódromo, en 1998, se reforzaron las estructuras. Afortunadamente, no hubo ningún daño de gravedad y la gente de protección civil nos había enseñado a hacer bien las cosas en caso de una eventualidad de este tipo. Tampoco en las caballerizas tuvimos ningún daño estructural, ni ningún caballo quedó lastimado”, nos explica Sergio Alamán, director del Hipódromo Las Américas y director comercial de Codere México.

“A las tres de la tarde, Recursos Humanos dio la instrucción de que ya nadie regresara a trabajar, porque la ciudad era un caos y hubo gente que tardó horas en llegar a su casa. El gobierno de la ciudad quería que nadie saliera, para que las calles estuvieran libres y pudieran movilizarse ambulancias, bomberos y toda la atención a la ciudadanía. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de la magnitud del temblor, porque como en el hipódromo no había pasado nada, nunca pensamos que había sido una tragedia tan grande. En una universidad cercana a mi casa habían creado un centro de acopio, y mi mujer, mi hija y yo, nos pusimos a hacer sándwiches para que tuvieran comida los voluntarios. Al regresar de entregarles esta ayuda, surgió la idea de crear algo similar en nuestras instalaciones y lo empecé a mover junto a Rodrigo González Calvillo”, añade Sergio.

Al día siguiente, el director general de Codere México, Rodrigo González Calvillo, enviaba un comunicado a los colaboradores de la unidad de negocio expresando “la gran pena” por parte del equipo directivo de la Compañía, así como el “absoluto compromiso de Codere con la comunidad” y solicitando que “cualquier situación que amerite nuestra atención sea ágilmente turnada” a Recursos Humanos, para poder así apoyar a “cualquier miembro del equipo afectado por este lamentable suceso”.

Asimismo, compartía un número de cuenta bancaria para donaciones a la Cruz Roja Mexicana -I.A.P. BANCOMER No. 0404040406 (CLABE 012180004040404062)- y anunciaba la activación de este centro de acopio en las instalaciones del Hipódromo las Américas, desde el 21 de septiembre, para recaudar ayuda para brigadistas, voluntarios y víctimas.

“El día de ayer fue uno de los días más tristes que yo recuerdo, comparto con ustedes el dolor y la frustración de ver a los nuestros sufrir y perder lo más valioso. Pero momentos como éste sacan lo más fuerte, valiente y valioso de nuestra gente y sé que nos apoyaremos, rescataremos y volveremos a ponernos de pie, juntos”, concluía el comunicado.

A partir de ese momento, alrededor de 180 colaboradores de Codere participaron como voluntarios en este centro de acopio, recibiendo, clasificando y empaquetando los alimentos, bebidas, artículos de higiene y material de curación que llegaban hasta nuestras instalaciones. También en las salas de la Compañía en el país se recibieron este tipo de enseres.

Voluntarios en el centro de acopio (Hipódromo de las Américas).

“Se vivió mucho pánico. Los colaboradores estaban inquietos porque no podían comunicarse con sus familias y comprobar que los suyos estaban bien. Pero lo más intenso fue el espíritu de ayuda, porque solo unas horas más tarde, la gente estaba apoyando, cooperando y ayudando al prójimo. Hemos vivido un clima de solidaridad, de ayuda mutua, aunque también es todavía de miedo”, reconoce Maria Elena Tapia, subdirectora de Capacitación y Desarrollo de México.

En los nueve días en los que el centro de asistencia ha estado en funcionamiento, se han colectado más de 12 toneladas de ayuda con las que se han elaborado alrededor de 2.100 despensas. Además se han recogido unos 5.000 litros de agua. En total, cinco camiones de provisiones que se repartieron entre los estados de Chiapas, Oaxaca, Morelos, Guerrero y en la Ciudad de México.

Laura Yazmín Molina, especialista de Capacitación de México, es una de las voluntarias que colaboraron en esta iniciativa. “En el centro de acopio, todas las personas llegaban y te dejaban diversos materiales, como son alimentos, productos de higiene, bebidas, ropa, zapatos e inclusive material para ayudar a remover los escombros. Nosotros, clasificábamos todos los productos. Una vez clasificados, armábamos las despensas con productos básicos, de primera necesidad, y las cargábamos en camiones para repartirlas en las zonas más necesitadas. La verdad es que el ambiente ha sido de mucha ayuda y entusiasmo por parte de todos los voluntarios que estábamos ahí. No sentíamos ni el cansancio, ni el hambre, ni la sed, porque sólo pensábamos en ayudar”, nos cuenta.

Jonnathan Mendoza, coordinador de Desarrollo Organizacional de México que, también estuvo en primera línea colaborando, coincide en que “era un ambiente de querer hacer lo que fuera necesario para ayudar”. Reconoce que “había también un elemento de incertidumbre” por una posible réplica, pero que se mantuvieron sin embargo “constantemente concentrados en estar haciendo algo por colaborar”.

“Yo estoy muy orgulloso de la empresa para la que trabajo, porque la reacción fue estupenda. Hubo mucha ayuda de los colaboradores, que además de trabajar, daban su propio donativo. A mí me dejó un mensaje tremendo, que es que nuestra empresa tiene muchísimo valor, la ayuda fue desbordada. Tuvimos que regresar a gente porque no necesitábamos tantas manos”, concluye Sergio Alamán.

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Por el momento, tras el censo realizado en las distintas líneas de negocio, dos colaboradores de la unidad y sus familias han sido afectados. A ellos se ha destinado la ayuda económica recaudada entre el resto de empleados, que han donado 10.000 pesos mexicanos (465 euros).

Por su parte, Codere ha contribuido también con 170.000 pesos mexicanos de ayuda (7.900 euros) para asistir a estas dos familias de colaboradores afectados. La Compañía ha brindado además 250.000 pesos (11.630 euros) en alimentos y 580.000 (27.000€) para colaborar con la Cruz Roja. En total, el Grupo ha donado un millón de pesos (46.500 euros) para ayudar a los damnificados por los desastres.

En cuanto a nuestras salas, Coapa y Cuernavaca Yak no han podido aún reabrir sus puertas tras el suceso debido a los desperfectos.

“Como extranjera y que hoy tiene la oportunidad de compartir la cultura mexicana, al vivir parte de mi tiempo en este país, estoy maravillada del sentido de ayuda y solidaridad de este pueblo. Ante la adversidad, existe una gran unión y hermandad de todos, sin distinción alguna. La solidaridad con nuestros  compañeros afectados, el compartir  con  nuestro personal,  la unión y el trabajo en equipo en el centro de acopio apoyando en la recolección, embalaje y equipar los camiones para su distribución, hacen que este país sea ejemplo de admiración”, explica Deysi Liñán, directora de Recursos Humanos regional para Panamá y México.