No tuve la oportunidad de estar en Canoe ese día, porque estábamos con el lanzamiento de las apuestas también en Italia, y yo estaba allí. Mi función fue crear el área financiera desde cero, algo que supuso un reto enorme y también una inmensa alegría al poner en marcha aquel proyecto. Eras testigo de cómo gran esfuerzo realizado daba sus frutos y todo había merecido la pena. Además, el ambiente de trabajo era formidable, y colaborábamos muy a gusto con el equipo de William Hill, con quienes hacíamos planes fuera de la oficina, y celebrábamos cada hito que lográbamos. Me gustó mucho la manera en la que trabajamos juntos el equipo de españoles e ingleses. Esa etapa fue para mí de las más bonitas de mi carrera profesional, a pesar de haber sido una renuncia, casi por completo, a mi vida personal entonces.

Las apuestas deportivas eran algo novedoso para todos: empleados, empresas, pero también administraciones públicas y ayuntamientos, que se tiraban años para conceder las licencias de aperturas. Todos poníamos nuestro granito de arena, y recuerdo haber tenido que ir a hablar con las áreas fiscales de las comunidades autónomas para explicar cómo funcionan las apuestas; para que decidieran cómo tenían que tributar y cambiar sus formularios de liquidaciones para adaptarse a esta nueva realidad.