El día de la primera apuesta, todo el equipo estábamos en Canoe, viviendo la emoción del momento y formando parte de él. Sentíamos muchos nervios, pero también satisfacción con el trabajo que habíamos realizado. Lo vivimos como una auténtica celebración. Había muchísima prensa y aparecimos en multitud de medios. Recuerdo con especial añoranza el sentimiento de formar parte de una pequeña familia en la que, con independencia del departamento en el que trabajaras o el cargo que desempeñaras, estábamos muy unidos. Se creó un vínculo muy especial. A día de hoy, cuando recuerdo esa etapa, es inevitable que surja una sonrisa de felicidad. A título personal, aquella fase supuso un gran impulso de aprendizaje y crecimiento. El equipo lo formábamos personas jóvenes y muy cercanas, con la misión compartida de comenzar desde cero un nuevo proyecto, con grandes dosis de ilusión y con enormes oportunidades de aprender y aportar.