El día de la primera apuesta, acudí a Canoe como cliente, porque me incorporé a trabajar al día siguiente. Recuerdo que era palpable en el ambiente la ilusión de hacer realidad un proyecto con tendencia innovadora y revolucionaria en el mundo del recreativo de la sociedad española. Con la obtención de las primeras licencias, fuimos conscientes del gran reto que teníamos por delante. Hay que recordar que muchos de los eventos al inicio eran carreras de caballos y galgos retransmitidas desde Reino Unido, en otra lengua, y lograr que el cliente confiase y apostase, fue toda una odisea. También lo fue evaluar las necesidades de los clientes, en especial en País Vasco, donde tuvimos que establecer un producto con costumbre e idioma diferente para llegar a tener mayor aceptación. Tanto es así, que en pocas semanas comenzamos a llamarnos Garaipen, en lugar de Victoria, para el País Vasco.

Recordemos que solo dos días más tarde de nuestra primera apuesta, Cirsa (Sportium) obtiene la licencia para Madrid y sabíamos que necesitábamos un elemento diferenciador: la atención al cliente. Ésta era muy apreciada tanto por los clientes finales como por los socios de salones. Aquella época estuvo marcada por jornadas maratonianas de trabajo para hacer que todo fuera posible y conseguirlo. Si eres capaz de soñarlo, eres capaz de lograrlo.

Fue un proyecto colmado de ilusión, nacido de la fusión de dos empresas y apuesta de Codere por innovar el mundo recreativo. Decir que un día comenzamos en Bingo Canoe y hoy contamos con más de 2.500 puntos de venta en España y presencia en cuatro países más, solo me impulsa a dar las gracias por todo el apoyo brindado. Por esa razón, me gusta trabajar hoy en el equipo de Omnicanal, donde establecemos la unión de la compañía y tratamos de ayudar a nuestros compañeros a remar en una sola dirección para alcanzar nuevos objetivos compartidos.